sábado, 25 de octubre de 2008

SILENCIO SOBRE LO ESENCIAL


Jean Guitton publicó ya hace un tiempo un pequeño libro cuyo título es “Silencio sobre lo esencial”, en el cual escribe que en este mundo, se habla de todo menos de lo esencial. Estamos inundados de noticieros, anuncios por todas partes (tv, calle, periódico, etc). Pero nadie hablamos de lo verdaderamente importante, de aquellas cosas en las que creemos, de las que en realidad alimentan y sostienen nuestras almas. Se habla muy poco de Dios, y cuando se hace, es más en forma de crítica hacia los creyentes, sacerdotes, etc; siempre de lo que no nos parece. Cuando nos hemos puesto a pensar o a platicar si en algún momento de nuestras vidas hemos hecho alguna oración ya sea para alguien más o para nuestro beneficio; nos da pena o pensamos que es algo muy íntimo, habrá algunos que no crean en nadie ni en nada, pero a la vez están creyendo en ellos mismo, todo su mundo se centra en ellos. También hablamos muy poco acerca de temas como La Muerte o el sentido profundo del dolor, quien quiere hablar de eso? Y menos ahora en época de crisis! Para qué? Es agregarle más leña al fuego. Alguien habla de lo que realmente pasa por su mente cuando no tiene para pagar su hipoteca o sus deudas? Sabemos que “fulano” de tal tiene deudas pero nunca lo oímos hablar de su dolor o preocupación.

Como seres humanos no nos gusta tocar ciertos temas, es mejor no tocarlos, ya que en bien de la paz y en respeto de las opiniones de los demás es mejor que no afloren cuestiones en las que podríamos no estar de acuerdo. Al final, es el silencio que reina sobre todas aquellas cosas que son las verdaderamente importantes.

¿Por qué ocurre todo esto? Guitton opina en su libro que la causa está "en el peso de ese monstruo anónimo que se llama la opinión. Monstruo más insoportable que el miedo a un Nerón o un Hitler. Cuando el adversario se resumía en un solo personaje, visible, grotesco o feroz, era posible desafiarlo. Pero ya no tenemos que luchar contra un tirano, sino contra una multitud confusa, cuya arma convincente no es un suplicio, sino el silencio. Es cierto; el gran monstruo que hoy pesa y gravita sobre muchas conciencias es precisamente “el qué dirán”. Existe en el hombre actual, salvo excepciones, una especie de obsesión por “ser como todos”. De no ser considerado un bicho raro, miedo a que nos señalen y nos estigmaticen con ciertos calificativos. Si nos preguntan ¿eres un creyente? Respondemos, “Sí, pero no un santo”. Lo afirmamos pero enseguida señalamos la rebaja, no nos vayan a considerar demasiado creyentes. Igual sucede a la inversa, los ateos gozan de llamarse agnósticos, así pueden vivir como si Dios no existiera, pero sin pronunciarse demasiado sobre el asunto. Igual sucede con el amor, por ejemplo, creemos en él pero no demasiado; en el trabajo pero no mucho; en la política pero poco. Es así que se acostumbramos hablar de todo sin hablar de nada. A esto me viene una frase de una niña que dice “Se la pasan hablando todo el día pero no dicen nada”. Bien dicen que los niños tienen en su inocencia mucho de sabiduría.

Todas aquellas que no se platican, se conviven o se comparten, se van disipando, muriendo y desapareciendo en nuestro interior. Es asombrosa esa cobardía que como seres humanos nos invade hacia el que dirán.

Ahora nos ha llegado la hora a nosotros jóvenes adultos, niños viejos de enfrentar esos miedos, de hablar con descaro de lo que uno cree, piensa o ama, siempre con respeto y tolerancia hacia los demás. Pero tendremos que comenzar a hacerlo pronto. Antes de que se nos vacíe el corazón.
Jean Guitton
Filósofo francés nacido en Saint-Etienne el 18 de Septiembre de 1901
Murió en Paris el 21 de Marzo de 1999.

Jean Guitton publicó ya hace un tiempo un pequeño libro cuyo título es “Silencio sobre lo esencial”, en el cual escribe que en este mundo, se habla de todo menos de lo esencial. Estamos inundados de noticieros, anuncios por todas partes (tv, calle, periódico, etc). Pero nadie hablamos de lo verdaderamente importante, de aquellas cosas en las que creemos, de las que en realidad alimentan y sostienen nuestras almas. Se habla muy poco de Dios, y cuando se hace, es más en forma de crítica hacia los creyentes, sacerdotes, etc; siempre de lo que no nos parece. Cuando nos hemos puesto a pensar o a platicar si en algún momento de nuestras vidas hemos hecho alguna oración ya sea para alguien más o para nuestro beneficio; nos da pena o pensamos que es algo muy íntimo, habrá algunos que no crean en nadie ni en nada, pero a la vez están creyendo en ellos mismo, todo su mundo se centra en ellos. También hablamos muy poco acerca de temas como La Muerte o el sentido profundo del dolor, quien quiere hablar de eso? Y menos ahora en época de crisis! Para qué? Es agregarle más leña al fuego. Alguien habla de lo que realmente pasa por su mente cuando no tiene para pagar su hipoteca o sus deudas? Sabemos que “fulano” de tal tiene deudas pero nunca lo oímos hablar de su dolor o preocupación.

Como seres humanos no nos gusta tocar ciertos temas, es mejor no tocarlos, ya que en bien de la paz y en respeto de las opiniones de los demás es mejor que no afloren cuestiones en las que podríamos no estar de acuerdo. Al final, es el silencio que reina sobre todas aquellas cosas que son las verdaderamente importantes.

¿Por qué ocurre todo esto? Guitton opina en su libro que la causa está "en el peso de ese monstruo anónimo que se llama la opinión. Monstruo más insoportable que el miedo a un Nerón o un Hitler. Cuando el adversario se resumía en un solo personaje, visible, grotesco o feroz, era posible desafiarlo. Pero ya no tenemos que luchar contra un tirano, sino contra una multitud confusa, cuya arma convincente no es un suplicio, sino el silencio. Es cierto; el gran monstruo que hoy pesa y gravita sobre muchas conciencias es precisamente “el qué dirán”. Existe en el hombre actual, salvo excepciones, una especie de obsesión por “ser como todos”. De no ser considerado un bicho raro, miedo a que nos señalen y nos estigmaticen con ciertos calificativos. Si nos preguntan ¿eres un creyente? Respondemos, “Sí, pero no un santo”. Lo afirmamos pero enseguida señalamos la rebaja, no nos vayan a considerar demasiado creyentes. Igual sucede a la inversa, los ateos gozan de llamarse agnósticos, así pueden vivir como si Dios no existiera, pero sin pronunciarse demasiado sobre el asunto. Igual sucede con el amor, por ejemplo, creemos en él pero no demasiado; en el trabajo pero no mucho; en la política pero poco. Es así que se acostumbramos hablar de todo sin hablar de nada. A esto me viene una frase de una niña que dice “Se la pasan hablando todo el día pero no dicen nada”. Bien dicen que los niños tienen en su inocencia mucho de sabiduría.

Todas aquellas que no se platican, se conviven o se comparten, se van disipando, muriendo y desapareciendo en nuestro interior. Es asombrosa esa cobardía que como seres humanos nos invade hacia el que dirán.

Ahora nos ha llegado la hora a nosotros jóvenes adultos, niños viejos de enfrentar esos miedos, de hablar con descaro de lo que uno cree, piensa o ama, siempre con respeto y tolerancia hacia los demás. Pero tendremos que comenzar a hacerlo pronto. Antes de que se nos vacíe el corazón.
Jean Guitton
Filósofo francés nacido en Saint-Etienne el 18 de Septiembre de 1901
Murió en Paris el 21 de Marzo de 1999.

Jean Guitton publicó ya hace un tiempo un pequeño libro cuyo título es “Silencio sobre lo esencial”, en el cual escribe que en este mundo, se habla de todo menos de lo esencial. Estamos inundados de noticieros, anuncios por todas partes (tv, calle, periódico, etc). Pero nadie hablamos de lo verdaderamente importante, de aquellas cosas en las que creemos, de las que en realidad alimentan y sostienen nuestras almas. Se habla muy poco de Dios, y cuando se hace, es más en forma de crítica hacia los creyentes, sacerdotes, etc; siempre de lo que no nos parece. Cuando nos hemos puesto a pensar o a platicar si en algún momento de nuestras vidas hemos hecho alguna oración ya sea para alguien más o para nuestro beneficio; nos da pena o pensamos que es algo muy íntimo, habrá algunos que no crean en nadie ni en nada, pero a la vez están creyendo en ellos mismo, todo su mundo se centra en ellos. También hablamos muy poco acerca de temas como La Muerte o el sentido profundo del dolor, quien quiere hablar de eso? Y menos ahora en época de crisis! Para qué? Es agregarle más leña al fuego. Alguien habla de lo que realmente pasa por su mente cuando no tiene para pagar su hipoteca o sus deudas? Sabemos que “fulano” de tal tiene deudas pero nunca lo oímos hablar de su dolor o preocupación.

Como seres humanos no nos gusta tocar ciertos temas, es mejor no tocarlos, ya que en bien de la paz y en respeto de las opiniones de los demás es mejor que no afloren cuestiones en las que podríamos no estar de acuerdo. Al final, es el silencio que reina sobre todas aquellas cosas que son las verdaderamente importantes.

¿Por qué ocurre todo esto? Guitton opina en su libro que la causa está en el peso de ese monstruo anónimo que se llama la opinión. Monstruo más insoportable que el miedo a un Nerón o un Hitler. Cuando el adversario se resumía en un solo personaje, visible, grotesco o feroz, era posible desafiarlo. Pero ya no tenemos que luchar contra un tirano, sino contra una multitud confusa, cuya arma convincente no es un suplicio, sino el silencio. Es cierto; el gran monstruo que hoy pesa y gravita sobre muchas conciencias es precisamente “el qué dirán”. Existe en el hombre actual, salvo excepciones, una especie de obsesión por “ser como todos”. De no ser considerado un bicho raro, miedo a que nos señalen y nos estigmaticen con ciertos calificativos. Si nos preguntan ¿eres un creyente? Respondemos, “Sí, pero no un santo”. Lo afirmamos pero enseguida señalamos la rebaja, no nos vayan a considerar demasiado creyentes. Igual sucede a la inversa, los ateos gozan de llamarse agnósticos, así pueden vivir como si Dios no existiera, pero sin pronunciarse demasiado sobre el asunto. Igual sucede con el amor, por ejemplo, creemos en él pero no demasiado; en el trabajo pero no mucho; en la política pero poco. Es así que se acostumbramos hablar de todo sin hablar de nada. A esto me viene una frase de una niña que dice “Se la pasan hablando todo el día pero no dicen nada”. Bien dicen que los niños tienen en su inocencia mucho de sabiduría.

Todas aquellas que no se platican, se conviven o se comparten, se van disipando, muriendo y desapareciendo en nuestro interior. Es asombrosa esa cobardía que como seres humanos nos invade hacia el que dirán.

Ahora nos ha llegado la hora a nosotros jóvenes adultos, niños viejos de enfrentar esos miedos, de hablar con descaro de lo que uno cree, piensa o ama, siempre con respeto y tolerancia hacia los demás. Pero tendremos que comenzar a hacerlo pronto. Antes de que se nos vacíe el corazón.
Jean Guitton


Filósofo francés nacido en Saint-Etienne el 18 de Septiembre de 1901
Murió en Paris el 21 de Marzo de 1999.

No hay comentarios: